Hoy perdí la goma de pelo que me regalaste. Sí esa negra que
me iba pequeña y que llevabas puesta en la muñeca derecha, la que no solías
usar mucho aunque tuvieras el pelo largo, porque no te gustaba llevar el pelo
recogido.
Esa coleta que me iba pequeña y me apretaba, que para
agrandarla la ponía alrededor de una lata de cerveza o del vaso del concierto
al que fuimos. Hace poco, incluso, la ponía alrededor del monedero para
llevarla siempre encima, poder usarla y que se diera de sí.
Tanto se dio de sí, tan corto y fino es mi pelo, que la
perdí.
Se cayó en el suelo, de tanto pelearme para que no me
apretara, de tanto usarla aferrándome a la atadura pasada.
Pues sí, perdí tu coleta negra.